Hola familia!, espero que estéis todos bien.
Este es el último email que os escribo porque solo quedan unas horas para que vayamos hacia el aeropuerto a coger el avión que nos llevará de vuelta a casa.
Con una mezcla extraña de emoción y tristeza voy a intentar explicaros lo que ha sido este último mes y medio de viaje después de todo un año repleto de experiencias.
Como ya os dije, Birmania fue una auténtica revelación. Una joya de país que quizás se convierta en mi favorito de cuantos hemos visitado. El paso del tiempo lo dirá pero sé que me va a resultar difícil hablar de un lugar tan especial en unas pocas líneas!.
Birmania y no Myanmar como el gobierno quiere que se conozca el país, parece salida de un libro de viajes de principios del siglo pasado y creo que eso ya lo dice todo porque si hay algo difícil por estos lares y en estos tiempos que corren de globalización indiscriminada es encontrar algo que haya conservado su identidad y que sea diferente y auténtico. Lo triste es que el mérito hay que atribuírselo a ese mismo Gobierno que ha mantenido al país casi aislado durante décadas.
El dilema moral de visitar un país con una dictadura brutal y contribuir de forma económica e involuntaria a su sostenimiento lo resolvimos por la vía rápida y egoísta. Habíamos oído hablar maravillas de Birmania y estando en la zona no podíamos dejar pasar la oportunidad de conocerlo. Una vez tomada la decisión decidimos conocer el lugar intentando boicotear al gobierno desde la forma más humilde pero la única posible en nuestra condición de simples viajeros, evitando a toda costa todos aquellos servicios que llevaran el sello del Gobierno como transportes, hoteles, entradas a templos etc,. Intentamos por todos los medios que nuestro dinero fuera a parar a la gente y no a las manos de MTI y estamos orgullosos de cómo lo hicimos aunque en algún momento estuvimos a punto de salir del país indignados ante la extorsión continua y descarada del Gobierno.
Bueno dejando al margen el tema anterior (aunque sea imposible en Birmania) os puedo decir que es un país único con un paisaje muy variado y bastante llano excepto en el Norte. El centro del país a veces nos sugería lugares tan cercanos como Castilla o La Rioja y otras veces algunos más exóticos como la Sabana africana, sin perder nunca de vista las palmeras y bananeras omnipresentes en el trópico.
Si sobre esos paisajes tan diferentes esparcís cientos de estupas o pagodas doradas ya tenéis una idea más cercana del lugar, pero me temo que aunque intentéis añadir miles de ellas sobre una superficie más pequeña no conseguiréis tener una idea del efecto que produce ver Bagan por primera vez. Tenéis que venir a verlo porque es mágico y los atardeceres allí ni os cuento. Ese es el principal recuerdo que tengo del país, sus cielos repletos de colores al amanecer y con la puesta de sol junto con la sensación de haber retrocedido en el tiempo y la sonrisa sincera de la gente. No se puede hablar de Birmania porque es un país de sensaciones.
Habría que ser escritor y de los buenos para transmitir la sensación de paz que puede sentir uno cuando contempla un paisaje a la luz del atardecer desde una bicicleta mientras una vaca a la orilla de un río te saludo con su mirada…eso es Birmania, mas allá de su innumerables pagodas, de sus monumentos y sus estupas; o quizás es la fuerza que emana de tantos lugares sagrados que le da al lugar y a su gente un aire tan espiritual!!.
Después de Birmania y muy cansados por los palizones de bus de 12 y 16 horas (ser un turista comprometido con la causa tiene su precio) pusimos rumbo a Vietnam atravesando la provincia china de Yunnan donde pasamos una semana. Allí tuvimos la ocasión de ver la cara amable de China y de reconciliarme con aquel país del que había salido echando pestes 6 meses atrás. Volvimos a disfrutar de su comida y visitamos los lugares mas turísticos de China y que representan de forma estética la imagen que todo occidental tiene de este enorme país.
Vietnam ha supuesto un buen punto y final al viaje a pesar de nuestros temores ante las malas críticas que habíamos escuchado de otros viajeros sobre el país en cuestión. Supongo que el haber viajado fuera de temporada ha ayudado. Es un país muy cómodo para un mochilero. La relación calidad precio en el alojamiento es inmejorable!. La mejor que hemos encontrado nunca. La comida es excelente, quizás también la mejor. Los transportes son buenos y cruzar el país longitudinalmente es barato y cómodo si lo haces en tren. Una experiencia inolvidable y que hay que hacer es ir en moto!!. De las cosas mas excitantes!!! Hay millones y al principio parece imposible pero cuando le coges el truco es fácil y la sensación es difícil de explicar. Es como si fueras una gota de agua que fluyes por el cauce de un rio!!. Si no os atrevéis, no hay problema basta con cruzar la calle!!!, es casi lo mismo. Los vietnamitas son un pueblo currante que han heredado de los chinos el gusto por el dinero pero no su mala leche afortunadamente!…aunque son orgullosos, por algo han sido los únicos en plantarles cara a los yankis y salir airosos!. El único inconveniente la cantidad de vendedores pesados que insisten e insisten en que les compres las cosas mas inútiles del mundo. Pero a estas alturas del viaje eso ya lo teníamos superado y no ha supuesto un impedimento para disfrutar del encanto de ciudades vietnamitas como Hue, Hoi An o la misma Hanoi.
Bueno os tengo que dejar porque a este paso vamos a perder el avión!…A todos os envio un abrazo muy fuerte y os deseo una Feliz Navidad, especialmente a aquellos a los que no voy a poder ver.
Benito.